El chaleco antibalas, apoyado en la pared de una escuela destruida en una ciudad en escombros, a metros del cuerpo desmembrado de Samer Abu Daqqa, padecía sobre el azul sucio y las manchas de sangre, las letras de su condena: PRESS “prensa”.
La Franja de Gaza tiene diseminados en su tierra los cuerpos de más de 200 periodistas palestinos. Han sido asesinados más periodistas en Palestina desde el 7 de octubre del 2023 que en la Guerra Civil estadounidense, las Guerras Mundiales, la guerra de Corea, de Vietnam, de Yugoslavia y el después del 9/11 en Afganistán, en su totalidad.
El lunes Israel concretó dos ataques con pocos minutos de diferencia en el Hospital Nasser de Jan Yunis. Mientras el polvo del concreto derrumbado y el olor a sangre inundaban el ambiente y los primeros auxilios se adentraban con rapidez al lugar, la segunda bomba cayó sobre ellos.
Los ataques mataron a periodistas, trabajadores sanitarios y equipos de respuesta a emergencias, según informó el Hospital Nasser.
Censura con muerte
El primer ministro israelí,
Benjamin Netanyahu, reconoció posteriormente sus muertes, y se refirió a ellas como un “trágico
accidente”. El posicionamiento del primer ministro se contradice con las cifras
de periodistas asesinados con sus chalecos identificatorios colocados y los métodos
de censura que ha llevado a cabo la nación durante su ocupación en Palestina.
Desde los primeros días de la
ocupación israelí en 1967 el ejército mantuvo un régimen de censura a los
medios de comunicación que pudieran ofrecer una visión propagandista o política
desde dentro de los territorios ocupados.
En protesta a las restricciones
los palestinos se levantaron en contra de la ocupación en diciembre de 1987.
Según datos de The Conversation,
durante el primer año de las manifestaciones las fuerzas israelíes encarcelaron
a 47 periodistas palestinos, prohibieron por un periodo de tiempo ocho
periódicos locales y regionales, revocaron permanentemente dos revistas y
cerraron cuatro oficinas de servicios de prensa.
Desde los 2000 los ataques al
cuerpo periodístico palestino por parte de Israel escalan en violencia e incrementan su tasa de muerte.
Represión y mártires
OFICIO Y SANGRE. Cámara de uno de los reporteros asesinados el 25 de agosto. Crédito de la foto: Euronews
Los periodistas asesinados este lunes 25 fueron Mohammad Salama, camarógrafo de Al Jazeera; Hussam Al-Masri, contratista de Reuters; Mariam Abu Dagga, que ha trabajado con Associated Press (AP) y los periodistas independientes Moath Abu Taha y Ahmed Abu Aziz.La organización de Defensa Civil de Gaza afirmó que uno de los miembros de su equipo también murió en el ataque.
Periodistas, camarógrafos y voluntarios de la salud subían las escaleras en busca de un punto alto para observar algo más que escombros. La cámara de video directo de Al Had TV los muestra, los inmortaliza, segundos antes de que un segundo impacto acabara con sus vidas y la grabación.
“Mientras evacuábamos a los
heridos, en presencia de los servicios de protección civil y de emergencia, la
escalera fue atacada por segunda vez", declaró para el medio CNN el periodista
de Reuters Hatem Sadeq Omar, que resultó herido. "Había periodistas, pacientes,
enfermeras y personal de protección civil en las escaleras. Fuimos atacados
directamente”
Desde ese 7 de octubre
CONSECUENCIAS. Las Naciones Unidas reportan que el porvenir de los periodistas y ciudadanos de Gaza tendrá problemas graves en su salud. Crédito de la foto. UN NewsThe Gaza Project es el resultado de una ardua investigación que indaga en las amenazas, ataques y muertes hacia periodistas, camarógrafos y trabajadores de medios de comunicación por parte de las fuerzas armadas de Israel.
El equipo que lleva adelante el proyecto se formó en el 2024 con integrantes internacionales: 40 periodistas de 13 medios de comunicación diferentes, unidos para exigir las respuestas que Israel no da.
El 7 de octubre del 2023, tras
el brutal ataque de Hamas en una ciudad israelí, se desató una guerra sin
precedentes, donde la nación gobernada por Benjamin Netanyahu -que lleva 11
años en el poder- tomó represalias y un “daño colateral” de más de 60.000
civiles palestinos.
Los periodistas que residían
en la Franja de Gaza no tardaron más de tres días en reunirse. Fueron 80 los
que llegaron a la Press House Palestina (Casa de Prensa, según su traducción al
español) a organizarse y retirar sus cascos y chalecos antibalas.
Sin lugares seguros
Antes del 9 de octubre, el
principal objetivo de la casa era la formación de periodistas jóvenes, que
ejercían sus prácticas profesionales a través de medios de comunicación del
país, enfocados en dar libre acceso a información para la población y para los medios
internacionales. El día que los 80 periodistas tocaron sus puertas se volvió el
punto donde la realidad de las ciudades bombardeadas salía al mundo.
Con las evacuaciones y los
numerosos encuentros armados, los periodistas se esparcieron a lo largo de la
franja, lo que resultó en la Casa de Prensa vacía.
Cuatro meses después, el 10 de febrero del 2024 fue completamente destruida por fuerzas israelíes. Del total de sus refugiados repartidos por el territorio, once dueños de esos cascos y chalecos murieron.
En la mira
De las primeras imágenes que
mostraron al mundo la destrucción en las ciudades de la Franja de Gaza, las capturadas
por Abdallah Al Hajj, fotógrafo periodístico de la agencia para refugiados
palestinos de la ONU (UNRWA) e integrante del medio de comunicación palestino
Al-Quads, se difundieron masivamente a nivel internacional.
Su principal herramienta era
un pequeño dron cuadricóptero, con el cual capturó la ruina y decadencia de
Gaza desde lo alto. El 24 de febrero del 2024, luego de fotografiar un campo de
desplazados al norte de la franja, Al Haji apartó su dron para conversar con
comerciantes de la zona que, segundos después, también sufrieron el mismo
repentino y fatal bombardeo realizado por Israel.
En una instancia posterior al
ataque, durante una entrevista a finales de mayo de ese mismo año con el diario
francés Le Monde, mencionó como sus colegas le advirtieron que su trabajo era
peligroso y que hacerlo era un riesgo que podría ponerlo en la mira del ejército
israelí. Explicó entonces que “su decisión personal era mostrar la realidad de
la situación, que eso era mucho más importante que su seguridad”.
Al Haji perdió ambas piernas
ese 24 de febrero. El dialogo con Le Monde se produjo en el hospital de Doha,
Qatar, donde mantienen los tratamientos por su doble amputación.
En este año, mediante una
investigación de The Gaza Project, datos revelaron que uno de los
asesinados fue su sobrino de 18 años, quien se encontraba conversando con el
comerciante.
Ataques desde lo alto
El uso de vehículos aéreos no
identificados (UAVs por sus siglas en inglés) es un recurso que las fuerzas
israelíes empezaron a aplicar de forma masiva, sobre todo desde el comienzo del
conflicto para la eliminación específica de objetivos involucrados con el grupo
armado Hamas.
Los drones se caracterizan
por poseer tecnología capaz de disminuir el daño colateral por su precisión
para identificar y atacar a un grupo o persona en específico. A través de una
intersección a las redes y señal de los celulares o dispositivos de la persona,
los UAVs identifican características que la vinculan con participantes de Hamas,
clasificándola como una amenaza o terrorista.
A pesar de basarse en la
tecnología IA, las fuerzas militares israelíes aseguran que la
confirmación para disparar se realiza de forma remota por militares.
Pueden vislumbrar al objetivo
con cámaras que dan una imagen clara de la persona, desde la forma de su cuerpo
o altura, hasta la ropa que lleva a quien va a dirigido el ataque.
Hasta el momento, cerca de 65
mil civiles palestinos fueron sepultados en la Franja de Gaza como “daños
colaterales”.
Al momento de su investigación en octubre del
2024, The Gaza Project sugirió que hubo 18 casos de periodistas y trabajadores de medios de
comunicación atacados por UAVs de las fuerzas armadas israelíes y que cuatro de
ellos llevaban el chaleco que cumplió en identificarlos como prensa al momento ser
atacados.
Hoy esa cifra es más alta, y en los últimos meses los ataques deliberados a periodistas palestinos identificados se han intentado justificar sin evidencia comprobable al expresar que eran “objetivos militares vinculados con Hamas”.
Un oficio de riesgo
Cada uno de los periodistas
que informan y exponen la realidad de Palestina al mundo, capturan las ruinas
de las ciudades, se paran sobre los escombros más iluminados, escuchan los
gritos con el micrófono andando y respiran el polvillo del pavimento quebrado,
usando el dolor de ver a su territorio destruido para reportar una realidad que
puede matarlos.
Dentro de la Franja de Gaza,
el ingreso a periodistas de otros países está vetado por el gobierno israelí,
dejando solo a aquellos que residen en Palestina como encargados de que el
mundo observe las violaciones a los derechos humanos internacionales ejecutadas
sobre la población.
En algún momento, el chaleco
antibalas de los periodistas comenzó a pesar y, en declaraciones obtenidas por The
Gaza Project, por miedo a ser asesinados trabajando muchos empezaron a
usarlos solo cuando fuera necesario.
Samer Abu Daqqa, el camarógrafo
asesinado durante un reportaje el 15 de diciembre del 2023, dejó su chaleco
antibalas apoyado en la pared de una escuela destruida en una ciudad en
escombros y, sin el peso que le imponía, se arrastró unos metros antes de ser
víctima de un segundo ataque por drones israelíes.
Abu Daqqa, los cinco periodistas de ayer, junto a los más de 200 periodistas muertos padecieron las letras: PRESS “prensa” como condena. Mientras tanto, el conflicto continúa y no se sabe cuántos periodistas más deberán morir para que el mundo escuche sus voces y que la verdad aún latente se conozca


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