“¿Sabes por qué conservo las flores? Planto por si alguien quiere arrancar algún día”. Dijo un hombre viejo sentado en dos sillas de plástico blanco apiladas, para conservar el peso que se les fue vertido.
Entre las patas endebles los tallos desparramados de flores
recién cortadas se confundían con la tierra, de la cual solo resaltaban los pétalos
blancos y rosados.
Apiló los ramilletes de rosas sobre una lona al lado de él.
Sobre un tarro de plástico azul, de esos que rondan en las construcciones,
acostado bajo la sombra del invernáculo, reposaban los tallos frescos.
“Si no tenes plantas viejas, marchaste. El año que viene, si
estoy vivo, planto dos canteros de todas las variedades para que no se pierdan,
y nada más”, expresa mientras señala las hileras de plantas protegidas por la
estructura de troncos y lonas que alguien tuvo que levantar.
El último adiós
El féretro de José “Pepe” Alberto Mujica Cordano se llenó
de rosas a un día del 13 de mayo, su fecha de disfunción. Desde el miércoles hasta
el jueves 16 los uruguayos, y también los extranjeros allegados a la figura política
y filosófica, lloraron por las calles de Montevideo hasta el salón de los Pasos
Perdidos en el Palacio Legislativo.
Las banderas del Movimiento de Participación Popular (MPP)
no sobraron, al igual que las de Uruguay. Sobre el sarcófago yacieron solo las
banderas nacionales a pedido de la viuda del expresidente, la exvicepresidenta
Lucía Topolansky.
En una conmoción popular sin precedentes más de 60 mil personas despidieron a Mujica; aguardaron en las largas filas que rodearon el Palacio, ingresaron a la sala, dejaron flores, banderas, los más fanáticos, camisas, su canto a capella ante los presentes – y hacia los que ya no están-, además de lágrimas y condolencias a Topolansky.
Desde cada recoveco
El presidente de la República Yamandú Orsi, la vicepresidenta
Carolina Cosse, el secretario de Presidencia, Alejandro Sanchez, entre otras figuras
políticas izquierdistas, se hicieron presentes durante los días de despedida
pública al exmandatario.
A su vez, figuras como Julio Maria Sanguinetti, Lacalle Herrrera
y demás dirigentes de la oposición, brindaron sus condolencias a Topolanky, al
tiempo que se despedían del último líder popular político del país.
El presidente chileno Gabriel Boric fue el primer jefe de
Estado en asistir al velorio el miércoles; ingresó acompañado por su homólogo uruguayo.
Más tarde, el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva se hizo presente para
despedirse de su amigo Mujica.
Ambos presidentes dialogaron y mantuvieron un cálido y prolongado
abrazo con la ahora viuda.
“Una persona como Mujica no muere. Se fue su cuerpo, pero
plantó sus ideas todos estos años, con la generosidad de un hombre que estuvo
14 años en cárcel y que consiguió salir en libertad sin ningún odio a las
personas que lo encerraron y lo torturaron”, expresó Lula.
La parca y el viejo
Mujica atravesó la fase final cáncer de esófago que se le
fue diagnosticado un año atrás.
“Hay tiempo de llegar y tiempo de irse. El tiempo no perdona ni a las piedras. Te voy a confesar. ¿Sabés cuándo tomé mi decisión? Cuando se murió Manuela. Todavía la extraño. Miro al rinconcito donde dormía. Cosas que tiene la vida. Pensar que a un tipo que bancó y bancó, un bichito así le mató el niño viejo que tenía dentro. Cosas de la vida”.
EL VELORIO. Durante tres días Uruguay se llenó de banderas para despedir al exmandatario. Créditos de la foto: El PaísSin defraudar a su forma de vida, con una filosofía y conocimiento
que lo llevó a mantenerse en su chacra en Rincón del Cerro, a llevar a su
perrita de tres patas, Manuela, a todas partes durante su ejercicio político – con
22 años murió en 2018 – y a dar un paso al costado para las nuevas generaciones
con orgullo, Mujica pidió ser enterrado en el mismo lugar que Manuela.
Sus restos serán cremados y esparcidos en el Secuoya, el árbol donde en 2018 fue enterrada su perra Manuela.




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