MÁRTIR. Retrato de la fotoperiodista Fatma Hassona. Crédito de la foto: Facebook de Fatma Hassona
Entre los escombros y su cuerpo, está la cámara con la que capturaba para el mundo la realidad en Gaza. Entre la decena de familiares Hassona, con el polvo acariciando el sol que entra de los agujeros, está su celular, con llamadas perdidas de su amiga y directora del documental que ella protagonizaba que, entre la ironía y la tragedia que envuelve a Palestina a manos de Israel, se llama: Pon el alma en tus manos y camina.
Fatma Hassona, una fotoperiodista conocida en numerosos
medios internacionales por su trabajo, murió la mañana del 16 de abril, en el barrio
de Al-Touffah al norte de Gaza.
Tenía 25 años.
El día antes, la directora francesa iraní Sepideh Farsi, que llevó
a cabo un documental que la tenía a Hassona como protagonista, la había llenado
de alegría al comunicarle que su documental estaría en los Cannes, en la sección
de Association du Cinéma Indépendant pour sa Diffusion (ACID).
Sin créditos, ni nombres
“Ahora la familia completa está muerta. Estoy tratando de
averiguar si sus padres están muertos, pero de seguro que sus hermanas y
hermanos lo están. Una de sus hermanas estaba embarazada, en una llamada me
mostró su pancita. Es tan horrible y devastador Fatima se había comprometido
hace unos meses”, expresó para el diario Liberation su amiga y compañera, Farsi.
“El ejército israelí dijo que bombardeo la casa porque había
un militante de Hamas, lo que es totalmente falso. Yo conozco a toda la familia. Es una estupiedes.
Es tan devastador”.
Por su parte ACID aseguró que toda la situación en “un
horror” y que ellos habían “visto y programado un documental donde la fuerza de
vida que tenía esta joven parecía un milagro. Este ya no es el mismo documental
que vamos a apoyar y presentar en todos los teatros, empezando con el Cannes. Todos
nosotros, directores, trabajadores de la industria y espectadores, debemos ser merecedores
de su luz”.
Gaza sangra
La historia de Hassona se esparce por la Franja de Gaza,
ella se graduó de la Facultad Universitaria de Ciencias Aplicadas de Gaza, que fue
un objetivo militar de Israel, como tantos otros centros educativos gazatíes.
Ella, además de periodista, era escritora. Formó parte del equipo
de Literatura de Yaraát en Gaza, e integraba el Instututo Tamer desde su
especialidad con la escritura creativa. Dejo sus versos en la memoria de las
organizaciones, las personas y los amigos que atravesó con su tinta.
“No hay más dudas que tener, lo que está ocurriendo en Gaza
hoy no es, y no ha sido por un largo tiempo, una respuesta a los crímenes cometidos
por Hamas el 7 de octubre: es un genocidio cometido por Israel. Culpo a aquellos
que lo cometen como sus cómplices, y pido justicia por Fatem y por todos los
palestinos inocentes que han muerto”, dictaminó Farsi.
Cifras y culpables
La International Federation of Journalist (IFJ) reportó a
principios de este año que la cifra de periodistas y trabajadores para medios
de comunicación asesinados por Israel es de 157. Algunos medios informan una
cifra que ronda los 200 muertos.
El Ministerio de Salud gazatí comunica
que la cantidad de muertos a causa de los bombardeos y ataques israelíes supera a las 51.000 personas, incluyendo a 17,400 niños.
La Guerra comenzó cuando militantes
de Hamas atacaron a Israel el 7 de octubre del 2023: mataron a 1.200 personas y
tomaron de rehenes a 251.
Uno de los poemas de Hassona
expresa su dolor, melancolía y angustia sobre la Gaza en la que vivió durante
la guerra:
No me creas si te digo que no le temo a la guerra.
Que me acostumbre a los sonidos
de los misiles,
a las mañanas con niebla,
al pájaro rojo a medianoche,
al clic de los casquillos de
bala.
No me creas si bromeo del temblor
de mis manos.
Si los vuelvo un chiste.
No creas ninguna confesión mía,
que llame esto ordinario,
o que asegure que tenemos que caminar
sobre los escombros
de la guerra para seguir.
Créeme:
Nosotros no movemos el pasado.
Nosotros no olvidamos.
No podemos.
Créeme – no podemos.
Las piedras nos persiguen a todos
lados.
Los gritos de los perdidos se
aferran
a las veredas,
a sus baldosas,
a sus árboles,
a su cielo.
Solo Dios sabe que tan lejos han viajado.
Las lágrimas aún cuelgan antes de la boca
del viento,
Como una uva-
amarga, seca.
Se pregunta: ¿debería tragar y morir o esperar?
Los pies que se fueron,
siguen yéndose.
Nunca se detuvieron.
Nunca entraron a la tregua de las fronteras,
nunca vinieron con nosotros.
Ellos siguieron corriendo.
La sangre que se volcó del cuerpo del mártir
ha vuelto a su origen,
de vuelta a la arcilla.
¿Alguna vez te preguntaste
por qué la tierra permanece dura?
La sangre que tragó,
la sangre que traga,
le da calidad.
Y nuestra sangre,
la mejor en forma, en fuerza.
El tiempo aquí está congelado.
Desde que el polvo comió nuestros lugares,
el tiempo perdió su dimensión.
Ya no sabemos
si la tierra de verdad nos engañó
o si el tiempo espera para espacio.
Fatima Hassouna.




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